Hace ya mucho tiempo, principios de los 90 aproximadamente, tuve un sueño.
Desde chaval, se me dio bien esto de los sueños. Los he tenido de todo tipo, premonitorios, lúcidos, reiterativos…
Algunos a penas dejaban rastro al despertar, pero el recuerdo de unos cuantos me han acompañado toda la vida. Y este, » El sueño del Ascensor», es uno de ellos, quizás el que me ofreció, el mensaje más enigmático, existencial, vital en definitiva.
El mensaje no era mensaje en sí, era solo una sensación, sin palabras, sin sonidos, como se supone sería una transmisión de carácter telepático, donde la idea, la sensación producida contiene toda la información y mucho más de lo que cualquier lenguaje podría transmitir.
Soñé que entraba en un ascensor, a primera vista no diferente a cualquier otro. No recuerdo porque lo hice, ni cual era el objetivo. Estaba solo y una vez dentro, el ascensor comenzó a subir.
Primera planta, segunda planta, tercera planta…..quinta…..décima….. , empecé a tener la sensación de que aquel ascensor estaba subiendo demasiado alto y conforme cierta inquietud empezaba a apoderarse de mí, iba descubriendo con asombro que las paredes laterales y el techo, se iban haciendo traslúcidos y finalmente transparentes, de forma que en algún momento, solo estaba apoyado, subido, encima de una plataforma que ascendía sin ya nada alrededor, salvo las nubes.
La sensación era vertiginosa, pero antes de que pudiera plantearme el riesgo real en el que me encontraba, el ascensor, o lo que quedaba de él, empezó a detenerse llegando a su destino, algún lugar entre las nubes, muy alto en el cielo, de un resplandeciente día.
La primera sorpresa que me llevé , fue que allí entre las nubes, había gente que además me invitaban a salir del ascensor y a seguirlas por un especie de camino entre nubes, hasta llegar a un sitio más abierto desde donde se podía contemplar un templo que había unos metros más allá. La imagen que recuerdo y la perspectiva del templo fue muy similar a la imagen que adjunto, quizás el templo era de un tamaño algo menor.
A medida que me acercaba a este especie de templo griego, la gente me iba haciendo un pasillo hasta la entrada de este. Parecían contentos de que estuviera allí. Vestían ropas antiguas en consonancia con el edificio que se veía reluciente, como de reciente construcción.
Entre por la puerta principal y vi que había bastante gente a cada lado del pasillo central. Me esperaban, comprendí. El pasillo se prolongaba dentro del edificio justo hasta llegar a una pequeña escalinata, sobre la cual había un trono y un hombre con barba blanca, sentado en él y con una túnica igualmente blanca, creo recordar. Con aspecto de Dios arquetípico.
Me acerqué hacia él y estando ya ante esta imponente, pero afable figura, me dijo que era efectivamente Dios y que podía preguntarle lo que quisiera por tanto, cualquier cosa sobre la que tuviese duda o me interesara saber.
Me lo pensé poco y aprovechando la inusual circunstancia, le pedí que me explicara el sentido de la vida, el Universo, que era Él, que somos, en definitiva todos los misterios inescrutables de la existencia, Todo en definitiva.
Y Dios se acercó a mí y muy amablemente me fue explicando ese Todo
Justo después de esto, desperté.
Recordaba perfectamente el sueño que no olvidé nunca, pero al hacer un primer esfuerzo por recordarlo me di cuenta que había olvidado precisamente la respuesta que me había dado Dios.
Solo recordaba la sensación que tuve, cuando me lo explicó Todo y comprendí. La sensación era, de que la explicación a tanto misterio, siempre la habíamos tenido delante nuestra , tan cerca que no podíamos verla. Y que era Todo, una vez explicado, evidente, perfectamente comprensible y lógico, incluso sencillo y claro. La sensación fue gratificante, muy positiva y extremadamente agradable.
Algún tiempo después, pasado ya algunos años, hablando con un amigo me contó que una vez alguien le contó que a alguien le habían contado que una vez alguien tuvo un sueño en el que subía al cielo en un ascensor y una vez allí, Dios le explicó los misterios de la Vida y el Universo…
Era mi sueño claro que volvía a mí después de un tiempo de habérselo contado a alguien en alguna ocasión y de pasar por otras muchas personas y la curiosidad y el deseo intacto que tenemos todos de saber, descubrir que es lo que hay detrás de todo esto a lo que llamamos Existencia.
Bastantes más años después, tuve otra vivencia, en la que un ascensor fue también protagonista de una experiencia, esta vez real, de difícil explicación. Pero el relato de esta, quedará para otra ocasión.
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